La peste afectó a la humanidad varias veces en la historia y siempre
se cobró una enorme cantidad de vidas. La epidemia más terrible se
desató durante el reinado del emperador Justiniano en el año 541 de
nuestra era y ocasionó la muerte, según diferentes estimaciones, de
hasta cien millones de habitantes de Bizancio y el Mediterráneo. En el
siglo XIV la epidemia de la peste causó estragos en Europa. La
enfermedad fue denominada la “muerte negra” por su curso impetuoso y grave.
Dos brotes cortos en el tiempo se llevaron la vida de treinta y cinco
millones de personas. La tercera pandemia de la peste se desencadenó en
China en el siglo XIX. Se propagó rápidamente afectando con mayor rigor
a Hong Kong y Bombay. Entre estas grandes epidemias se produjeron otras
menores, que lograron ser controladas en el lugar. Así, a mediados del
siglo XVII, la peste bubónica ocasionó la muerte de la quinta parte de
la población de Londres.
Durante largo tiempo, los científicos no pudieron establecer la procedencia de la enfermedad mortal.
Pero las tecnologías modernas permitieron descifrar su ADN.
Especialistas estudiaron los esqueletos de una sepultura hecha en
territorio de la alemana Baviera en el siglo VI y de una fosa común en
Londres de mediados del siglo XIV. Pues se aclaró que la “Peste de
Justiniano” se propagó más ampliamente de lo que se consideraba. Luego
esta variedad desapareció y nunca más se repitió.
Pero la “peste negra” se volvió a manifestar más de una vez. Es más,
incluso en nuestros días en diferentes rincones del mundo suelen
aparecer manadas de roedores que son los portadores de esta infección.
Esto significa que en cualquier momento, una persona que haya contactado
con esos mamíferos puede enfermarse y así provocar una nueva propagación de la peste en la Tierra.
Y, por ahora, es imposible prevenir eso, destruir de alguna manera la
bacteria de la muerte, aclara el jefe del Laboratorio de Infecciones
naturales focales y flemonosas del Instituto Central de Investigaciones
Científicas de Epidemiología de Rospotrebnadzor, Alexánder Platónov:
–Al día de hoy, entre las enfermedades más peligrosas la humanidad
destruyó solo una – la viruela; porque la viruela se contagia de
persona a persona. Cuando vacunamos a casi todas las personas rompemos
la cadena epidemiológica y el agente morbífico desaparece. Y hoy la
viruela existe solo en depósitos especiales: son dos en todo el mundo. Y
muchas otras infecciones sumamente peligrosas, por ejemplo, la
encefalitis japonesa y la propia peste son infecciones flemonosas, o sea
que existen perfectamente en la naturaleza sin la presencia del hombre.
Sus portadores son las aves, ratones, murciélagos – una enorme cantidad
de seres vivos. Puesto que no podemos curar a todos los ratones, a
todas las marmotas de esas infecciones, éstas siempre existirán en la
naturaleza junto con nosotros. Lo principal es impedir que pasen al
hombre.
Actualmente existen vacunas contra la peste. Los antibióticos actúan
sobre el bacilo de la peste. Lo importante es detectar a tiempo los
síntomas. Lamentablemente, por lo general esto ocurre tras la muerte de
algunas personas. Tan solo en los últimos tres años se registraron
muertes por peste en Mongolia y Kirguistán. Sus vecinos más próximos,
entre ellos Rusia, se vieron preocupados. Por lo demás, en Rusia existe
una muy buena base científica y práctica para impedir la propagación de la enfermedad
desde su nivel local hasta el epidemiológico, afirma la médica,
biofísica y consultora jefa del proyecto Epidemiolog.ru, Nelly
Sosiédova:
–En Rusia hay un servicio anti-peste único y también institutos
anti-peste. Están muy bien equipados con métodos modernos. Cuentan con
el apoyo del Estado. Están provistos de equipos móviles, que pueden
salir tan pronto reciban la señal sobre tales casos. Periódicamente se
realizan prácticas. Además, en Rusia la industria médico-biológica se
desarrolla rápidamente, en particular, el Instituto Méchnikov, el
Instituto de vacunas y suero de San Petersburgo, el Instituto Microgen,
el Instituto de Investigaciones Científicas anti-peste de Rusia. Por
eso, en principio, en caso de que llegue a surgir tal problema Rusia
puede darle solución en un plazo corto.
Por otra parte, los especialistas destacan que en los últimos tiempos
el bacilo de la peste no es tan patógeno como en otros siglos. Esto
infunde optimismo. Al propio tiempo, no se excluye que el agente
morbífico se extingue en el proceso de evolución, tal como ocurrió con
la Peste de Justiniano. Y entonces será sustituido por una nueva
infección de peste, que los médicos tendrán que aprender a combatir
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